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Gestión de riesgo: La clave olvidada en inversiones

A ver, seamos sinceros. Cuando la mayoría de gente piensa en invertir, lo primero que se le viene a la cabeza es cuánto puede ganar. ¿Cuánto me va a dar esto? ¿En cuánto tiempo duplico mi dinero? ¿Qué acción o cripto está subiendo como un cohete? Y claro, eso es lo emocionante, lo que te hace soñar. Pero hay una parte que mucha gente pasa por alto (o directamente ignora) y que, sinceramente, puede marcar la diferencia entre sobrevivir en el mundo de las inversiones… o perderlo todo. Esa parte se llama gestión del riesgo.

Sí, ya sé, suena un poco aburrido comparado con hablar de rendimientos, dividendos o NFT’s, pero créeme que entender esto bien puede salvarte el pellejo financiero más de una vez. Es como llevar cinturón de seguridad: no lo notas hasta que pasa algo.

Ahora, déjame contarte por qué esto de la gestión del riesgo es tan clave y cómo se puede aplicar incluso si estás empezando con poco dinero o no sabes demasiado del tema (como yo al principio, la verdad).

Primero que nada… ¿qué es eso del riesgo?

El riesgo, en finanzas, es básicamente la posibilidad de que algo no salga como esperabas. O sea, que en vez de ganar, pierdas. Simple. Si inviertes en una acción que crees que va a subir y de repente se desploma… eso es riesgo. Y lo hay por todos lados: en acciones, criptos, inmuebles, negocios propios, ¡hasta en dejar tu dinero en el banco cuando hay inflación!

Pero no todo el riesgo es igual. Hay riesgos más previsibles y otros más locos. Por ejemplo, invertir en una empresa grande tipo Apple o Coca-Cola tiene menos riesgo (en teoría) que meter todo tu dinero en una cripto nueva que nadie conoce y que solo sube porque alguien en TikTok dijo que era “la próxima Bitcoin”.

El problema es que mucha gente entra al mundo de las inversiones sin tener ni idea de esto. Se fijan solo en las posibles ganancias y se tiran de cabeza sin pararse a pensar: ¿y si esto sale mal?

Y aquí entra la magia de la gestión de riesgo.

¿Por qué deberías preocuparte por el riesgo si estás empezando?

Porque no se trata solo de evitar perder dinero. Se trata de poder seguir jugando. Si lo pierdes todo en una sola jugada porque no supiste manejar el riesgo, te vas del tablero. No importa si después viene una oportunidad brutal, no vas a poder aprovecharla porque ya no tienes capital ni moral para hacerlo.

Hay una frase que leí por ahí que se me quedó grabada: «el objetivo número uno en las inversiones no es ganar, es no perder». Y parece exagerao, pero tiene todo el sentido del mundo. Primero sobrevivís, y después ya pensás en ganar.

¿Qué hace un inversor inteligente con el riesgo?

No es que evite todos los riesgos, eso sería imposible. Pero los entiende, los mide y los controla. Es como un equilibrista que sabe por dónde camina y tiene una red debajo por si acaso. ¿Querés algunos trucos reales que se usan para gestionar el riesgo? Aquí van varios:

1. No pongas todos los huevos en la misma canasta

Este es el clásico de los clásicos. Diversificar. Si tenés 1.000 euros y los ponés todos en una sola empresa, un solo activo, una sola cripto… estás jugando al todo o nada. Y si eso va mal, fuiste. En cambio, si lo repartís entre varios lugares (acciones distintas, un poco de fondos, algo de ahorro, etc.), podés equilibrar pérdidas con ganancias.

2. Usá solo dinero que estés dispuesto a perder

Nunca inviertas el dinero de la renta, la comida o los estudios. Suena obvio, pero mucha gente lo hace. El dinero que va a inversiones tiene que ser dinero que, si lo perdés, no te arruina la vida. Esto te da cabeza fría para decidir y te evita dramas emocionales si las cosas no salen bien.

3. Poné límites (aunque te dé pereza)

Hay algo llamado stop-loss, que es básicamente ponerle un freno automático a tus pérdidas. Por ejemplo, si comprás una acción a 100 y ponés un stop-loss en 90, significa que si baja a 90 se vende sola para que no pierdas más. Esto suena simple, pero muchos no lo usan por “confianza” o “optimismo” y luego se quedan mirando cómo el precio baja y baja sin parar.

4. Conocé lo que comprás

Este es un consejo que repiten todos los expertos, y con razón. Si no entendés cómo gana dinero una empresa, o cómo funciona una cripto, o qué pasa si sube la inflación… mejor no te metas todavía. Porque estás apostando a ciegas. Y eso, de nuevo, es no gestionar el riesgo, es simplemente tener suerte (o no).

5. No te dejes llevar por la emoción

El miedo y la codicia son los peores consejeros. Si ves que algo está subiendo un montón y entrás solo por FOMO (miedo a perdértelo), lo más probable es que llegues tarde. Y si algo cae y vendés con pánico sin analizar nada… también estás perdiendo la partida. Invertir con cabeza fría, sabiendo por qué hacés lo que hacés, es parte de gestionar el riesgo como un pro.

6. Tené un plan (aunque sea simple)

¿Querés invertir para ganar en unos meses? ¿O para tu retiro dentro de 30 años? ¿Querés ingresos pasivos o crecimiento de capital? Cada objetivo requiere una estrategia distinta, y cada estrategia tiene niveles de riesgo diferentes. Tener un plan, aunque sea básico, te ayuda a elegir mejor dónde ponés tu plata.

Y ahora viene lo que, para mí, fue una de las cosas más reveladoras cuando empecé a estudiar esto…

El riesgo no se elimina, se gestiona

Mucha gente busca “la inversión segura”. Pero eso no existe. Hasta dejar la plata en una cuenta corriente tiene riesgo (por la inflación que se la va comiendo). Entonces la idea no es escapar del riesgo, sino aprender a convivir con él. Como el fuego: puede quemarte, pero también cocinarte la comida o darte calor si sabés usarlo.

Y cuanto más tiempo tenés para invertir, más podés asumir ciertos riesgos calculados. Por eso dicen que la inversión a largo plazo es más segura: porque tenés tiempo para que se recuperen las caídas, y no necesitás vender con prisas cuando el mercado está en rojo.

El gran error: creer que esto no te pasa a vos

Lo más loco de todo esto es que, aunque uno sepa que el riesgo existe, muchas veces cree que “eso le pasa a otros”. Que uno va a tener suerte. Que justo esa acción va a subir. Que justo esa cripto va a explotar. Y sí, a veces pasa. Pero muchas veces no. Y ahí es cuando la gestión de riesgo te salva de hacerte daño.

A mí me pasó con una cripto hace un tiempo. Vi que subía un montón, metí más de lo que debería y, claro, al rato se desplomó. No perdí todo porque había puesto un límite, pero fue una lección dura. Desde entonces, antes de pensar en cuánto puedo ganar, pienso primero cuánto podría perder. Y si me parece demasiado… paso.

Conclusión

Si llegaste hasta acá, primero que nada: bien ahí, porque esto no es el tema más entretenido del mundo. Pero segundo, espero que te haya quedado algo claro: la gestión de riesgo no es para los miedosos. Es para los inteligentes. No es de cobardes, es de gente que quiere seguir en el juego a largo plazo.

Invertir no es solo ganar. Es saber proteger lo que tenés. Es construir de a poco. Es pensar como un estratega, no como un jugador de apuestas.

Y si podés hacer todo eso desde joven, entendiendo estos conceptos antes de meter la pata, tenés un montón de ventaja sobre mucha gente que solo se fija en los brillitos del mercado y no en las trampas que hay debajo.

Porque en el mundo de las inversiones, el que no cuida su riesgo… termina arriesgándolo todo.

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